Las crecientes migraciones nacionales, internacionales y las nuevas dinámicas económicas de la ciudad a partir del siglo XX arrastraron a la ciudad hacia la tercera gran revolución arquitectónica: la revolución modernista. En las primeras décadas del siglo XX la economía de la capital -históricamente agraria- empezó a diversificarse hacia sectores industriales, especialmente textiles. Una tardía revolución industrial que -como en Europa- acarreó un importante impacto en la arquitectura y los sistemas constructivos de Quito y Ecuador; reflejado en el desvanecimiento de las arcadas, los zaguanes y los altillos -íconos de la época republicana- que se esfumaron al igual que el dominio económico de la iglesia, el ejército y los terratenientes. Los años 50s, nuevas dinámicas A mediados del siglo XX, con una dinámica económica establecida, se produjeron grandes fenómenos migratorios; una fuerte migración interna del campo a la ciudad y la acogida de migrantes europeos y latinos después de la guerra. En este grupo de migrantes aterrizaron los uruguayos Jones Odriozola -quien propuso el primer plan de ordenamiento territorial- y el arquitecto modernista Gilberto Gatto Sobral. Para la década de los 50s, el grupo social de migrantes provenientes de la ruralidad se asentó dentro del casco colonial de la capital, mientras los grupos en una posición económica mejor acomodada, se trasladaban hacia nuevas viviendas unifamiliares en barrios periféricos como “La Mariscal”, conocida también en esa época como “Ciudad Jardín”. En este contexto, la ciudad empezó a tomar su tradicional forma alargada, primero hacia el norte con las élites y posteriormente hacia el sur con barrios más populares. Los migrantes importaron conceptos sobre el uso de la piedra, el hierro forjado y las celosías, que le entregaron un nuevo propósito a una arquitectura local. Gatto Sobral propuso nuevas manifestaciones formales, tecnológicas y funcionales para la época. La Ciudadela Universitaria, mega obra de Gatto Sobral, siembra en cada uno de sus edificios el concepto de una nueva arquitectura moderna para la ciudad. Una arquitectura mucho más enfocada en el carácter funcional que resolvía las necesidades espaciales con una comprensión precisa de la localidad y el urbanismo. Asimismo, estos nuevos conceptos trajeron consigo nuevas técnicas de construcción con bases en materiales como el hormigón armado y el acero.Vista del edificio del Banco Central del Ecuador, inaugurado en 1968 y construído por Ramiro Pérez. Con el estiramiento de la ciudad, nuevos grupos de las élites se trasladaron también hacia los alrededores de la Avenida 12 de Octubre. Los costados de la avenida Amazonas, al norte de La Mariscal, con su arquitectura adosada magnetizó una buena parte del comercio de la ciudad, mientras que en La Mariscal se iba consolidando cada vez más un barrio señorial de estilo europeo. Mientras la Ciudad Jardín se expandía, el centro iba acogiendo a la población migrante más pobre que, más por consecuencia de la pobreza que por deliberación, estos nuevos habitantes no intervinieron de ninguna forma las construcciones que habitaron, iniciando así, la conservación del, entonces inconsciente, patrimonio. Hacia el sur, barrios como La Magdalena y La Villa-flora, fueron ocupándose de viviendas unifamiliares más modestas para una población de clase media, tal como lo había planificado Odriozola. En este periodo también se construyeron viviendas ícono de la capital como la residencia Kohn y la Casa-Taller Olga Fisch de los arquitectos checos, Karl Kohn y Otto Glass, respectivamente. Esta generación de arquitectos de procedencia europea, la incorporación de los arquitectos ecuatorianos formados en el extrajero y las primeras generaciones de arquitectos graduados en la nueva facultad de arquitectura de la Universidad Central, trazaron el camino de una modernidad más consciente, más racionalista y más local.Inaugurada en 1952, la Universidad Central del Ecuador constituye uno de los complejos urbanos más significativos de Quito, destacándose como los primeros ejemplos de la arquitectura modernista del país. Foto: Iván Franco. La Conferencia Pese a la escasez de recursos durante la década de los 50s, el gobierno de turno planificó la XI Conferencia de Cancilleres en la ciudad de Quito para el año 1960. El evento, promovido por el entonces presidente, Camilo Ponce Enríquez y dirigido por Sixto Durán Ballén, entonces ministro de obras públicas, abrió las puertas a la construcción de una arquitectura moderna para la capital. Con el propósito de otorgarle una nueva identidad moderna a la ciudad, se construyeron una serie de edificios que resultarían ser de las construcciones más importantes, y ahora icónicas, de la capital. El Hotel Quito, la Residencia Universitaria, el antiguo aeropuerto Mariscal Sucre, el Palacio Legislativo, el edificio Ciespal, la Iglesia de La Dolorosa, el Templo de la Patria, los edificios de Cofiec y la torre del Hotel Colón, son algunas de las obras que apadrinó el evento y que hoy son representantes de la arquitectura moderna de la capital. Cuando toda la infraestructura quedó lista para recibir a todos los líderes regionales, el evento se postergó en dos ocasiones y, finalmente, nunca se llevó a cabo.En la construcción del Estadio Atahualpa estuvieron 300 trabajadores, se utilizaron 70.000 quintales de cemento y se desbancó 170.000 m² de tierra. Construído por el arquitecto checoslovaco Oscar Etwanick. Foto: Memorias Quito. 60s, arquitectura y revolución Durante algunos años más, Quito fue extendiéndose lentamente en su eje longitudinal hacia el norte y el sur. En los valles existían unas pocas haciendas con construcciones -algunas coloniales, otras republicanas- pero el núcleo urbano permanecía en el centro, que contenía a los poco más de 400.000 habitantes de la capital. La creciente migración empezó a poblar cada vez más los barrios del centro y sur de la urbe que, para los urbanistas, difuminaba la estética de la soñada ciudad señorial. A lo largo de la década de los 60s la ciudad contenía cada vez más habitantes y su crecimiento era cada vez más acelerado. Esto provocó el surgimiento de barrios de élite en las laderas de la ciudad como El Batán y Quito Tenis. Del mismo modo, las demandas de vivienda también eran cada vez mayores y la ciudad tuvo que apostar por una arquitectura mucho más funcionalista. Así, el racionalismo creció como concepto mientras la ciudad se diversificaba y cada vez se construía más, pero no mejor.Durante esta década se repatrian los profesionales graduados en México Ramiro Pérez y Oswaldo Muñoz Marino; mientras los hermanos Fausto y Diego Banderas regresan desde Uruguay. El retorno de arquitectos locales con influencia internacional proyectó una tendencia hacia el uso de materiales locales como el ladrillo, la piedra y la madera. Un concepto crítico al estereotipo funcionalista; se empezó a descartar la aplicación de modelos formales poco adaptados a las condiciones ambientales y se promovió la aplicación de modelos que pudiesen adaptarse de mejor manera al contexto de la ciudad. Los nombres de Luis Oleas, Jaime Dávalos, Oswaldo de la Torre, Mario Arias, Milton Barragán y Ovidio Wappenstein empezaban a resonar como un grupo de arquitectos independientes construyendo a su manera. Este nuevo concepto arquitectónico marcó nuevas ideas de la construcción; conceptos de ventanas corridas, que pretendían reinterpretar la concepción de interior y exterior en las edificaciones, o las cubiertas planas, presente en la mayoría de las construcciones modernistas, se impusieron como símbolos de este momento histórico en la construcción. También, se combinaron materiales como el hormigón con maderas tropicales para pisos y vigas cubiertas en interiores y exteriores, que dieron un color característico a la época en el paisaje quiteño. El edificio del Banco de Préstamos (1962) y El Banco Central del Ecuador (1968), ambas de Ramiro Pérez; la Facultad de Ingeniería, el Teatro Politécnico y el Edificio Administrativo de la Escuela Politécnica Nacional (1965) de Oswaldo de la Torre y la Iglesia de La Paz (1960), obra de Gilberto Gatto Sobral, son algunas de las obras icónicas representantes del modernismo, quiteño y ecuatoriano de este periodo. 70s: el boom La década de los 70s significó la expansión de todo lo que había venido ocurriendo en la ciudad. La exportación petrolera trajo una importante inyección económica para el Ecuador lo cual dinamizó el mercado del suelo. El área urbana de Quito se triplicó y la población se duplicó, ahora era una ciudad de más de 9.000 hectáreas con más de 800.000 habitantes. La banca y la empresa privada sufrieron un crecimiento que permitió explorar nuevos, y más grandes, tipos de construcción principalmente bancaria. Esto delimitó la nueva zona financiera de la capital a lo largo de la Avenida Amazonas hasta la Avenida Colón. Con más recursos, durante este periodo se reconceptualizó el negocio inmobiliario, explorando nuevos mercados más diversificados; se fueron consolidando las primeras grandes constructoras. Imagen aérea de las Torres de Almagro, una obra icónica en La Mariscal. Diseñadas por Diego Ponce, Bruno Stadler y construída por José Vaca. Noviembre 2023. Foto: Iván Franco.Estos nuevos modelos y sistemas constructivos, a su vez, permitieron abandonar los muros de mampostería e incorporar construcciones de mayor altura con muros y columnas menos invasivos. Edificios como el de la Alianza Francesa y el nuevo edificio del Municipio de Quito son construcciones insignia de esta época. Obras trabajadas bajo la rigurosidad característica de la arquitectura moderna, que bautizaron a este periodo como“la modernidad apropiada”. Con una ciudad en crecimiento exponencial, el parque automotor explota a la par, obligando a la ciudad a expandirse aún más. Con esto, sumado a los recursos disponibles del Estado, se ejecutó la expansión de la Avenida 10 de Agosto, un eje longitudinal que determinó el característico alargado de Quito y conectó desde el centro hasta la parroquia de Cotocollao. En los perfiles de la nueva gran avenida también empezaron a surgir nuevas edificaciones e íconos como el edificio Benalcazar Mil de la mutualista Benalcazar, reconocido en su época como el primer rascacielos de Quito. Otros íconos en altura de la época son el edificio del Banco Pichincha, el Edificio de la Corporación Financiera Nacional, La Filantrópica, el edificio Tarqui y el Banco de Londres. Paralelamente, con una reconfiguración de las aceras, la Avenida Amazonas se diseñó como un espacio estrictamente comercial. Del mismo modo, la construcción de la imponente torre del hotel Colón de Ovidio Wappenstein, al final de la avenida, empezó a pintar el paisaje característico de la zona mientras exponía a grandes referentes para los jóvenes arquitectos de la época. Un poco más al norte, en la intersección de la Av. Colón y Diego de Almagro, se levantaron las Torres de Almagro de Diego Ponce; y en la Av. Manuel Larrea, Rafael Vélez Calisto levantó el Condominio Profesional, dos edificios que empezaron a sellar la modernidad quiteña.El actual edificio de la Fiscalía General del Estado fue construído por Ovidio Wappenstein en 1977. Foto: Iván Franco. 80s: la transición Hacia la década de los 80s, la arquitectura de Quito empezó a tomar una identidad diversa y dispersa entre lo propio y lo importado. Se volció una arquitectura más minimalista, sin detalles y con muchos más elementos hurtados de lo clásico. Una suerte de era de la imitación. El uso del hormigón, como cultura ya establecida, perdió su carácter expresivo y se concentró más en el acabado de formas simples y enlucidos. Esto dio paso a la implementación de nuevos materiales como el alucobond o a la reincorporación de materiales tradicionales como el ladrillo, pero en menor medida. En este mismo periodo, el norte de Quito se consolidó como el futuro de la ciudad en materia constructiva. Existió un desplazamiento de las élites hacia la zona de la Av.12 de Octubre en los alrededores del hotel Quito y la Av. 6 de Diciembre. Mientras tanto las avenidas Amazonas y 10 de Agosto se expandieron como sectores comerciales y administrativos. La Casa de la Cultura representa un hito constructivo en Quito, al ser un elemento central en el urbanismo del sector La Mariscal. Foto: Iván Franco.Durante esta década los grandes exponentes de la arquitectura local como Milton Barragán, Ovidio Wappestein, Oswaldo de la Torre y Mario Arias construirían sus últimas obras para consolidarse como exponentes definitivos del modernismo. Los nuevos arquitectos como Mauricio Moreno, Jaime Andrade y Rafael Vélez Calisto, se abrieron camino como la última generación de arquitectos con una visión romántica de la arquitectura y de la ciudad; en su obra se ve reflejada la libertad de experimentar con la localidad, además del bagaje nacional e internacional, le dieron un nuevo movimiento a la ciudad. El concepto de vivienda de interés social arribó a la capital durante esta época como un alivio para la creciente demanda y expansión irregular en los barrios más australes. Un ejemplo es el Conjunto San Carlos al norte de la capital, el cual surgió como un proyecto social, o el barrio Solanda al sur. Así, la ciudad se fue expandiendo, actualizando y la arquitectura moderna se fue difuminando hacia proyectos constructivos masificados. Todo aquello que no alcanzó a ser bautizado como patrimonio, es olvidado y maltratado. Con la demolición de la Casa Chérrez y las frecuentes intenciones de modificar estructuralmente al Hotel Quito, la consciencia de una arquitectura modernista se fue olvidando de los arquitectos, de la arquitectura y de su identidad. Secuelas: lo que dejó el modernismo En los años noventa, una nueva generación de arquitectos, aprendices de los primeros modernos, pasaron a ser protagonistas. Discípulos del rigor en el diseño y en la construcción, propusieron nuevas búsquedas espaciales e introdujeron innovadores conceptos como la diagonal en espacios que tradicionalmente eran puristas de lo ortogonal. Siempre rescatando la importancia del contexto, la geografía, el paisaje y el arte en sus proyectos. La arquitectura moderna perduró y conquistó también durante el siglo XXI. A lo largo de la primera década de este siglo, se consolidaron nuevas facultades de arquitectura en varias instituciones educativas de la ciudad. De este modo, con profesionales más conscientes del contexto ciudadano, nació el particular interés por una arquitectura con el máximo aprovechamiento de recursos, autoconstrucción y un importante enfoque en alternativas sociales de los proyectos. Con esto, inició un crecimiento vertiginoso de la ciudad de Quito hacia proyectos de vivienda colectiva en el sur, y con nuevas características arquitectónicas y urbanas. De la misma forma, se consolidó la expansión hacia el valle de Los Chillos y una rápida ocupación de los valles de Cumbayá y Tumbaco, con una producción de arquitectura residencial que responde a un clima más benigno que el de Quito y un mayor contacto con la naturaleza. Hoy es imposible encerrar a la ciudad en un solo concepto o una sola tendencia. Muchos arquitectos de diversas escuelas locales e internacionales han ido marcando a Quito desde sus distintas perspectivas y momentos históricos. En los últimos años, se ha visto el crecimiento vertical en la capital como la evolución hacia una tendencia más global. No obstante, muchas arquitectas y arquitectos quiteños continúan enfocados en proponer una arquitectura más local, reconociendo y reconociéndose en esta historia, construyendo sobre ella para mantenerla vigente y viva. Edificio de la Caja del Seguro Social, 1961Gadumag La Caja del Seguro Social fue construida en 1960 por la firma icónica firma arquitectónica Gadumag. Imágen tomada en 1961. Foto: Rolf Bolmberg. Edificio del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) 2023 Comparativa visual de la evolución del edificio de la Caja del Seguro Social y sus rincones aledaños. Imagen tomada en noviembre de 2023. Foto: Iván Franco. Redondel Plaza Indoamérica, 1975Guillermo Cubillo Renella Vistazo al redondel de la Plaza Indoamérica, un espacio arquitectónicamente icónico en Quito. Imágen tomada en 1975. Redondel Plaza Indoamérica, 2023 Comparativa visual del redondel de la Plaza Indoamérica, donde la afluencia de gente por la Universidad Central ha promovido un leve crecimiento del sector. Imagen tomada en noviembre de 2023. Parque La Carolina, 1979Guillermo Cubillo Renella Imagen tomada en 1979, con mínimo crecimiento urbano del sector de La Carolina. Al fondo se puede ver al edificio del Ministerio de Agricultura, Economía y Pesca. Foto: Cortesía. Parque La Carolina, 2023 Comparativa del crecimiento urbano de La Carolina. La edificación en altura ha representado una tendencia en la última década. Imagen tomada en noviembre de 2023. Foto: Iván Franco. Por: Tadeo Ampudia