El asesino 'silencioso': "El ruido mata"

La contaminación acústica es el segundo factor ambiental que más alteraciones de la salud provoca, solo superado por la atmosférica.

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La contaminación acústica es el segundo factor ambiental que más alteraciones de la salud provoca, solo superado por la atmosférica.
Krisis'22

¿Qué es el silencio? Por su definición es la ausencia de sonido, pero ¿cómo suena? Escucharlo es imposible, porque vivimos rodeados de ruido. Voces, bocinas, música, palabras, timbres, coches, motos, animales, aviones o trenes. Todos ellos forman una interminable lista de soniquetes que dejan su huella en la salud, porque "el ruido mata", aseguran varias entidades y organismos públicos en el Día internacional de concienciación sobre el ruido. Aunque no nos demos cuenta, siempre está presente.

Así lo dicen, por ejemplo, los datos del Instituto de Salud Carlos III en los que, solo en la Comunidad de Madrid, el ruido provocado por el tráfico es "una variable relacionada con los ingresos hospitalarios de salud mental de urgencia en general para todos los grupos de edad" y se vincula con unos 6.000 ingresos urgentes y unas 500 muertes cada año.

"Cada vez tenemos más consciencia de la contaminación del aire, pero la acústica no es nada visible porque pensamos que el ruido es molesto sin más aunque tiene mucha miga", explica Carlota Sáenz de Tejada, investigadora postdoctoral en la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ruido es altamente perjudicial y uno de los factores medioambientales que provoca más alteraciones en la salud, después de la contaminación atmosférica. El tráfico rodado es la fuente de polución acústica más común en las ciudades, unos niveles de ruido que supera con creces los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A finales de la década de los 90, la OMS recomendó que los niveles de ruido en el exterior durante el día no excedieran los 65 decibelios (dB) y por la noche debían quedarse por debajo de 55. Hace cinco años, la organización presidida por Tedros Adhanom Ghebreyesus revisó estas directrices y rebajó los umbrales para el tráfico rodado por debajo de 53 decibelios durante el día y 45 por la noche. "Podríamos decir que para vivir en un mundo saludable deberíamos estar por debajo de los 65 dB", señala Luis Lassaletta, jefe de sección de Otología en el Servicio de Otorrinolaringología en el Hospital Universitario La Paz en Madrid y presidente de la Comisión de Otología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología. Aunque "hay evidencias de daño a la salud por encima de 54 dB", apostilla Sáenz de Tejada.

Según datos de la OMS, alrededor de 113 millones de europeos se ven afectados por una exposición a largo plazo al ruido del tráfico diurno, vespertino y nocturno de al menos 55 decibelios. Además, veintidós millones de europeos están expuestos a elevados niveles de ruido procedente del tráfico ferroviario, cuatro millones a elevados niveles de ruido de los aviones y menos de un millón a elevados niveles de ruido ocasionado por las industrias.

"Tenemos que tener una doble consideración", apunta el doctor Lassaletta. "Por un lado la intensidad y por otro el tiempo de exposición", añade. La Agencia Europea del Medioambiente (AEMA) expone que "más del 50 % de los habitantes de las zonas urbanas están expuestos a niveles de ruido de 55 decibelios o más durante el período diurno, vespertino y nocturno evaluado y es una exposición a largo plazo".

Sin embargo, esta media, en algunas ocasiones, se puede elevar por encima incluso de los 100 dB. Una calle bulliciosa o unas obras en la acera debajo de casa pueden llegar a picos muy altos.

"En tiempos cortos" -explica el presidente de la Comisión de Otología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología- "el límite se considera en más o menos 80 u 85 decibelios, eso es un ruido fuerte y a partir de ahí ya puede dañar el oído", advierte. Un concierto o un partido de fútbol también puede generar estos picos, "pero no lo tenemos que demonizar", detalla Lassaletta. "Hay que vivirlo con un poco cabeza", añade.

"El ocio mal practicado o profesiones ruidosas como la construcción, músicos, camareros de discotecas, jardineros o profesores de educación infantil, también ven afectada considerablemente a la salud auditiva. La Agencia Europea de Salud y Seguridad en el Trabajo (EU-OSHA) asegura que entre un 25% y un 33% de los trabajadores están expuestos a ruidos excesivos durante al menos una cuarta parte de su jornada laboral.

A pesar de las directivas comunitarias que "tienen que ser revisadas", alerta Sáenz de Tejada, el ruido sigue siendo demasiado alto para la población. "Está claro que no podemos vivir sin sonidos y la reducción de la contaminación acústica a "cero" es poco realista", explica la AEMA.

Algunas de las medidas incluyen el uso de asfalto más liso o la reducción de la velocidad a 30 km/h. Además, un número importante de ciudades ha puesto en marcha las denominadas zonas tranquilas para escapar del ruido de la ciudad. "No obstante hemos detectado problemas relacionados con la disponibilidad y el acceso a estos sitios, especialmente en los centros urbanos más ruidosos", señala la agencia europea.

Efectos en la salud

Aunque los problemas de audición suelen asociarse a personas de edad avanzada, "cada vez son más los jóvenes en riesgo de sufrir pérdida auditiva", responde Clara Rabat, responsable de rsc de Gaes Amplifion. De hecho, casi un tercio de los hogares españoles, concretamente el 30,5%, declara sufrir molestias por sonidos generados en el exterior de sus viviendas, según recoge un informe elaborado por DKV en colaboración con Gaes Amplifion.

La AEMA calcula que la exposición a largo plazo al ruido ambiental provoca 12.000 muertes prematuras. Aunque la lista de efectos secundarios es aún mayor: contribuye a 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica cada año en toda Europa; se calcula que 22 millones de personas sufren grandes molestias crónicas y que 6,5 millones de personas sufren alteraciones del sueño graves y crónicas.

"Esos son los efectos más graves", detalla Carlota Sáenz de Tejada, "pero cada vez hay más estudios que relacionan el impacto del ruido con problemas metabólicos como la obesidad o la diabetes", señala.

Entre los colectivos más afectados se encuentran los grupos vulnerables, como los ancianos, las mujeres embarazadas, las personas con recursos económicos escasos y personas con enfermedades anteriores, además de los más jóvenes. "Puede llegar un momento que nuestro oído no escuche ese ruido, pero nuestro cuerpo sí reacciona a ese estímulo", advierte Sáenz de Tejada.

Una respuesta que se da a través de hormonas del estrés que hacen que la presión arterial aumente y "se cronifique dando lugar a enfermedades a largo plazo", destaca la investigadora de ISGlobal.

"Vivo al lado del aeropuerto"

Unos problemas de salud que ya sufren algunos ciudadanos. "Hemos tenido muchos trastornos del sueño, pérdida de audición o trastornos de la personalidad", responde Julián Díaz, vecino de Coslada, localidad madrileña a escasos kilómetros del Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas.

"Tiene impacto en la salud y, obviamente, en el día a día", responde al otro lado del teléfono Itxaso Villelabeitia, doctora en medicina interna y miembro de la Junta de Prou Soroll, una asociación catalana afectada por los vuelo del Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat. "Tienes que poner la televisión al doble de alto, porque cuando pasa un avión no puedes escucharla", añade.

En el caso de Julián, su casa y la de sus vecinos en el Barrio de la Estación, así se llama la zona en la que viven, está dentro del área de servidumbre del aeródromo madrileño. "Se planteó trasladar todo el barrio y luego se optó por la insonorización", señala Díaz. "Teníamos picos de 140 dB", señala. "Claro que ha influido en nuestro estado de salud, ¡cómo no va a hacerlo".

En el caso de Itxaso, "mi casa está a 10 kilómetros, pero no dentro de la zona de servidumbre", señala. "No tienen obligación legal de reducir el impacto acústico". El sonido del despegue o aterrizaje llega a su casa "dependiendo del viento o de la configuración del Prat", explica Villelabeitia. "Alguna noche a las 4 de la madrugada nos ha despertado algún avión", destaca. "Afecta a la salud y conozco a mucha gente que ha vendido su casa porque no aguanta".

Los mapas del ruido

Tanto la OMS como diferentes organismos de la Unión Europea reclaman a gobiernos nacionales y municipales instaurar medidas para que se reduzcan los niveles de contaminación acústica. Sin embargo, los mapas del ruido señalan que las ciudades cada vez son más bulliciosas.

En la Unión Europea, las ciudades de más de 100.000 habitantes deben informar de estos niveles mediante mapas de ruido. En España, todas las aglomeraciones que superan esta cifra, así como los grandes ejes de transporte, ya cuentan con los mapas de ruido. Sin embargo, Bruselas es consciente de que sus planes para acabar con esta problemática es complicado. "Hay que hacer más para adoptar las medidas necesarias y hacer frente a la contaminación acústica, especialmente en la aplicación de la Directiva de la UE sobre el ruido ambiental", advierte la AEMA.

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