El singular caso del panda gigante que ha salido de la categoría de animales en peligro de extinción de la lista que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) demuestra que, con políticas e iniciativas adecuadas, se puede evitar la desaparición de una especie animal amenazada.
A continuación, te contamos qué significa que un animal esté en peligro de extinción y cómo se ha logrado mejorar la situación del panda gigante en apenas cuatro décadas.
¿Cómo surge el concepto “animal en peligro de extinción”?
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza es una institución con sede en Suiza fundada en 1948. Se trata de la organización medioambiental más grande del mundo formada por más de 1.400 organizaciones que actúan apoyadas por más de 18.000 voluntarios expertos.
Su principal misión es “aportar a las organizaciones medioambientales y los gobiernos las herramientas y los proyectos que permitan a las sociedades, las economías y la naturaleza prosperar juntas”. La UICN trata así de alentar la conservación de la integridad y la biodiversidad de la naturaleza.
Una de sus herramientas más aplicadas es la Lista Roja de Especies Amenazadas creada en 1963 considerándose el inventario más completo del estado de conservación de especies de animales y plantas a nivel mundial.
Este inventario valora el estado de conservación de cada especie y lo integra en diferentes categorías que van de la especie considerada extinta (completamente extinta o solo extinta en estado silvestre), a la especie amenazada (en peligro crítico de extinción, en peligro de extinción o vulnerable) y la categoría verde que engloba las especies casi amenazadas o de preocupación menor.
La UICN señala que, actualmente, existen más de 41.000 especies amenazadas lo que supone un 28% del total de las especies evaluadas, entre las que se incluye un 27% de los mamíferos, como el propio panda gigante.
¿Por qué el panda gigante estaba en peligro de extinción?
Nativo de China central, el panda gigante suele habitar regiones montañosas, principalmente las de Sichuan. Existen registros que datan la presencia de osos panda a finales del Plioceno y el comienzo del Pleistoceno, encontrándose fósiles en torno a Birmania y Vietnam, además de China.
No obstante, actualmente el panda gigante solo habita en territorio chino en montañas cubiertas por floresta húmeda de coníferas, el hábitat ideal para la especie de bambú, el alimento principal de estos animales. Y es justamente la progresiva desaparición de los bosques de bambú lo que influyó decisivamente en la progresiva decadencia de las poblaciones de pandas gigantes en la zona.
Pese a que el oso panda puede comer pequeñas aves, peces y mamíferos de pequeño tamaño, el grueso de su dieta pasa por el bambú, necesitando los ejemplares adultos hasta 40 kilos de esta planta al día. Pero la progresiva deforestación fue reduciendo el alimento de los pandas: la construcción de carreteras, canalizaciones de agua y otras infraestructuras supusieron la destrucción de buena parte del hábitat natural de estos animales.
Por otro lado, la caza furtiva del panda gigante para su venta en zoológicos occidentales y para el aprovechamiento de sus pieles fue otro factor que influyó en la reducción del número de ejemplares en su hábitat natural.
Si a estos dos factores unimos el turismo y la contaminación además de las propias dificultades de reproducción que tienen estos animales, nos situamos en el escenario más crítico para el panda gigante que se vivió hace cuatro décadas cuando se contabilizaron tan solo 1.200 ejemplares.
¿Cómo el panda gigante pasa a ser una especie “solo” vulnerable?
Las instituciones chinas en colaboración con organismos medioambientales internacionales comenzaron a plantear una serie de iniciativas para lograr revertir la delicada situación que vivía el panda gigante hace cuatro décadas con un apreciable riesgo de extinción, al menos en entornos silvestres.
Los expertos concluyeron que había que trabajar en dos acciones principales que, en paralelo, y junto con otras iniciativas secundarias, debían lograr poner freno a la reducción del número de ejemplares de pandas gigantes en la naturaleza.
Desde 1987 se puso en marcha el Programa para la Conservación de los Bosques Naturales además del Programa de Grano a Verde. El primero de ellos abogaba por la protección de los entornos naturales en los que se desarrolla y vive este animal. Teniendo en cuenta que el 99% de su dieta se basa en el bambú, el objetivo era evidente: proteger los bosques de esta planta.
El segundo programa suponía la reconversión de zonas agrícolas en espacios naturales protegidos. Uno de los más relevantes es el Santuario del panda gigante de Sichuan que engloba hasta siete reservas naturales y nueve parques paisajísticos: en total, 9245 km² albergando el 30% de la población mundial del oso panda.
Ese mismo año 1987 se promulga la Ley de Protección de la Vida Silvestre en China que prohíbe la caza o el sacrificio, salvo con el propósito de investigación científica, de la vida silvestre bajo protección estatal.
Las penas por vulnerar esta ley son extraordinariamente graves en el caso de contrabando de pandas gigantes: “tendrán una pena de al menos 10 años y confiscación de bienes; en circunstancias graves, cadena perpetua o incluso se aplicará la pena de muerte junto con el decomiso total de los bienes”.
En paralelo a estas medidas de protección del hábitat y del propio panda gigante, se ha avanzado en la complicada reproducción en cautividad de esta especie de forma que se ha logrado superar el número de 1.800 ejemplares lo que ha supuesto que el panda gigante deje de estar en peligro de extinción pasando a categorizarse como especie amenazada vulnerable.
Pese a que la experiencia de integrar a los pandas criados en cautividad en entornos silvestres no ha sido positiva —Xiang Xiang, el primer panda criado en cautiverio liberado en la naturaleza murió menos de un año después de dicha liberación—, se prevén nuevos intentos en el futuro para lograr aumentar la población de pandas más allá de los zoológicos y los centros de conservación.
Por su parte, la reducción de la contaminación y la lucha contra el cambio climático serán los próximos objetivos de las organizaciones medioambientales de cara a asegurar el futuro de esta especie: las peores previsiones consideran que el cambio climático podría acabar con un tercio del hábitat de bambú durante este siglo XXI lo que supondría un nuevo paso atrás.
De cualquier manera, al menos actualmente, el estado de conservación del panda gigante es esperanzador mostrando el camino para reducir el número de especies en peligro: lograr una comunicación y estrecha colaboración entre gobiernos y organizaciones medioambientales.